Así eres.
Deambulas por los bordes de la conciencia,
por las olas simples de la tormenta.
De esas que a nadie nunca le importan,
pero que todos ven, que todos notan.
Caminas entre callejuelas y callejones,
evitas los revueltos y multitudes,
vas a tu ritmo, sin prisa ni presiones,
así eres.
Pero te encuentras en cada esquina,
en los bordes de cada una de mis sonrisas.
Y tus manos las siento en mis caderas
cada vez que veo que tu silueta camina.
Apareces y no hay nada más que hablar,
estás en boca de todos,
pero la mía es la que más te ha de importar.
Desapareces como vienes, y de repente ya no estás,
te vas y no regresas nunca más.
Pero eso no es verdad, ya que regresas sin un "hola, ¿cómo estás?"
después de muchas noches, cuando yo por fin te comenzaba a olvidar.
Así eres,
tan impredecible,
y a la vez,
tan estable.